Ciudad de México

MENSAJE DE SANTA MARIA DE GUADALUPE AL MUNDO.

¿No estoy aquí, yo, que soy tu madre?
¿No estás por ventura bajo mi sombra y resguardo?
¿No soy la fuente de tu alegría?
¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? N M 119.
La Señora de Guadalupe se hizo ver entre flores y oír entre cantos al indio santo Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac, del martes 9 al sábado 12 de diciembre de 1531, desde entonces, Ella ha acompañado nuestra historia nacional, constituyéndose como nuestro más noble acontecimiento, el orgullo de nuestro pueblo, nuestra identidad, pulso y corazón.

El mensaje de nuestra Señora de Guadalupe, en sus más diversas expresiones, hoy se hace apremiante anunciarlo y compartirlo con el mundo entero, como remedio saludable a tantos y tantos males que nos aquejan. Ella ha venido a nuestros pueblos para reconciliar lo irreconciliable, para enseñarnos a ser hermanos, aunque distintos unos de otros, iguales en cuanto a dignidad de personas de hijos e hijas de Dios.

Así pues, como albaceas y depositarios de este maravilloso mensaje, en razón de que nobleza obliga, hoy queremos ponerlo en sus manos, con la esperanza cierta de que Ella habrá de ayudarnos a reconocernos y aceptarnos como hermanos, para que, por su intercesión, profundicemos en nuestra fe y juntos busquemos el progreso de nuestros pueblos por caminos de justicia y de paz.